Pocas cosas hay más ridículas que ver a un sumiso medio agachado, con cara de sufrimiento, metiéndose algo por el culo. Si tuvieran que poner una foto en la wikipedia al lado de la palabra sumiso, yo elegiría esa. Me gusta ver tu cara, cómo se juntan en ella el dolor físico y la humillación de que una tía te obligue a romper tu sagrado culo, ese sitio que tú nunca habías pensado en poner a trabajar. Pues ahora vas a hacerlo, puta. Vas a hacerlo tanto que te va a acabar casi casi gustando, ya verás, jajaja.
Porque si es algo que te ridiculiza, es bueno para mí. Si te humilla, es bueno para mí. Si te transforma como yo quiero, es bueno para mí. Así que prepárate. Vas a agrandar tu culo, vas a entregármelo y voy a hacer con él lo que me de la gana. Voy a hacerlo glotón, un culo que pide cosas cada vez más grandes. Casa paso te va a costar dolor y esfuerzo. Pero para eso estás tú aquí, para sufrir y para darlo todo por mí.
Vas a empezar metiéndote cositas. Un dedo, dos, tres, algún juguetito de esos que usa tu mujer porque contigo ya hace años que no folla. Confía en mí, eso va a ir admitiendo más y más cosas, cada vez más grandes. ¿O te pensabas que esas tías del porno anal que antes veías por internet han nacido con el culo así? Se llama entrenamiento, se llama usarte para convertirte en una puta, acostumbrarte a que de cintura para abajo solo eres ese agujero. La polla ya no la necesitas para nada. Nunca sirvió para mucho, pero ahora eres un agujero que me voy a follar cada vez que me dé la gana.
Así que acostúmbrate a que tu único placer va a ser notar cómo se ensancha tu culo, cómo cede y se vuelve más elástico, más profundo. Lo vas a notar cuando camines por la calle, vas a pensar en todas las pollas que pueden entrar ahí. Porque te quiero así, bien puta, bien lubricada y capaz de satisfacer a cualquiera si yo te lo ordeno. Porque sabes que si algún día te entrego a un macho bien dotado para que te folle a cambio de dinero no quiero que vengas con lloros y mierdas. Quiero que esté contento y bien follado.
Vamos a llegar a ese punto en el que cuando yo quiera te voy a vaciar los huevos de leche solo follando tu culo. Sin tocar tu polla. Me encanta ver cómo tu polla escupe leche sin tocarte, ver cómo te vuelves loca dándole más y más fuerte a lo que tengas metido dentro. Dame las gracias por encontrar tu punto G y explotarte, ordeñarte como si fueras un animal. Que eso es lo que eres, zorra.