LA CONQUISTA
Era un día viernes cuando ella entró a esa oficina. Confiada y segura de sí misma, se presentó ante una funcionaria administrativa quien le indicó que las presentaciones para modelo de belleza facial habían terminado el jueves.
Ella exclamó: “oh qué pena; le comprendo, pero de cualquier forma le agradecería si le pudiese decir a la persona encargada de la selección si tan sólo pudiera atenderme 5 minutos nada más”. “Pues bien: lo intentaré” le contestó la funcionaria.
Al cabo de una breve llamada por teléfono , la funcionaria le dijo: “deberá esperar un poco pero le atenderá”.
Ella se sentó en el sofá de la recepción. La funcionaria le miraba pues en las entrevistas realizadas de martes a jueves no había visto llegar ninguna persona con esa estampa femenina y sensual. Al cabo de un rato, la funcionaria le indicó que pasara a determinada habitación. Ella lo hizo. A su frente y sentado concentrado en el ordenador estaba el Gerente General de la Compañía.
Se trataba de la empresa más grande de la Unión Europea en lo que a elaboración de productos femeninos de belleza, se trataba. Y como la modelo a seleccionar representaría mundial mente el lanzamiento de una nueva marca destinada a revolucionar el mundo de la estética, la selección había quedado directamente a cargo del Gerente General: Ella cerró la puerta y quedó parada delante del escritorio de Raúl; cuando éste levantó la mirada se sorprendió notoriamente.
Delante suyo estaba parada una mujer con un cuerpo espectacular, soñado, y que además vestía para que esa espectacularidad resaltara en todos sus términos, en cada una de las partes de su cuerpo. Raúl se incorporó, la saludó dándole la mano y la invitó a sentarse en los cómodos sillones de cuero negro que alojaban el lugar. Ella aceptó la invitación lo que le permitió a Raúl incluso verla desde atrás. Estaba impresionado con la figura; y ella lo noto.
Ella se sentó en el sillón largo y Raúl hizo lo mismo de forma de estar más cerca de aquella espléndida figura. Pero en ese momento no sólo su vista estaba complacida, sino que también su olfato se colmó de sensualidad. No sabía de qué se trataba pero asumió que aquella bella mujer había utilizado una fragancia muy penetrante y cautivante.
Reaccionó Raúl preguntándole por su nombre: “Sonia” le respondió ella, “Sonia Devora” agregó.
Pues bien, cómo es que no vino Usted ayer por aquí junto a las otras aspirantes? le interrogó Raúl.
Acariciando suavemente con su mano derecha el ajustado pantalón de cuero que envolvía majestuosamente sus piernas, en un movimiento lento pero constante en que la mano subía y bajaba a lo largo de su pierna, Sonia le explicó que había tenido toda la intención de hacerlo pero que un asunto de fuerza mayor no se lo había permitido.
Apenas terminó de pronunciar la palabra “permitido” y mientras los ojos de Raúl habían descendido casi como inconscientemente para mirar el movimiento de la mano derecha de Sonia, ésta chequeó los dedos de su mano izquierda. En ese momento, Raúl produjo un leve movimiento de cabeza, como si despertase suavemente, y volvió a mirarle el rostro. Su rostro parecía obra de arte de la escultura: una cara sin defecto alguno, perfectamente maquillada, con unos ojos penetrantes y celestes profundos y una rubia y larga cabellera que caía sobre sus pechos. A ello debía sumársele unos carnosos labios muy bien pintados de un atractivo rosado y una boca que permitía ver algunos piercings dorados que hacían un panorama bellísimo.
En ese instante, Raúl le dijo que su cara era realmente muy interesante al efecto del lanzamiento de la nueva marca. Entonces le preguntó si tenía alguna experiencia anterior en modelaje; ante lo cual Sonia la respondió que solamente lo había hecho a nivel casero, con sus amigas, pero no profesionalmente. Mientras esto respondía, Sonia deslizaba sus dos manos por la parte superior de su escultural cuerpo, destacando el entallamiento que su ceñida chaqueta de cuero negro hacía de sus pechos cuyo tamaño y perfección se vislumbraban.
Raúl siguió los movimientos de las manos de Sonia con lo cual visualizó no solamente el largo de las mismas y sus uñas cuidadosamente cuidadas y pintadas, sino también el imponente tren superior de Sonia. Mientras Raúl se concentraba en ese movimiento,Sonia volvió a chasquear sus dedos, ante lo cual la reacción de Raúl fue mucho más abrupta que la anterior, temblando su cuerpo como si hubiese sido asustado.
Raúl notó que no estaba totalmente en forma para la entrevista; y Sonia también se percato.
Intentando reponerse, Raúl le inquirió acerca de si hacía ejercicios para mantener su físico. Con una socarrona sonrisa en sus labios, Sonia se incorporó colocándose delante de él, indicándole que entre otras muchas cosas, hacía sentadillas y realizando el movimiento prácticamente en su propia cara. Los ojos de Raúl seguían el movimiento constante del cuerpo de Sonia hacia arriba y hacia abajo, casi como un autómata; hasta que Sonia notoó que Raúl estaba groggy, atontado, tambaleante y decidió dejarlo knock out: volvió a chasquear sus dedos, ahora de ambas manos. Raúl se sobresaltó completamente quedando como en un estado de indefensión total y recostado contra el sillón.
Con la sonrisa de las triunfadoras, Sonia abrió sus piernas para sentarse sobre él y tomándole la cara le dijo al oído: “Raúl, ahora te pondrás en forma y llamarás al dueño de la compañía. Le dirás que tienes en tu escritorio algo completamente inesperado y que lo necesitas contigo casi inmediatamente. Adelante”. Y chasqueó sus dedos . Raúl se incorporó, se puso en contacto con el dueño Javier, con quien lo unía una estrecha amistad siendo su gran hombre de confianza en la empresa, y le trasmitió lo que Sonia deseaba.
Mientras esperaban a Javier, Sonia parada al lado de Raúl lo instruyó acerca de las bondades que debía trasmitirle a Javier acerca de ella. La cercanía de Sonia y su chasquido de dedos, inmovilizaba a Raúl.
Diez minutos después llegó Javier. También se impresionó al conocer a Sonia. Ésta, más confiada, segura y ganadora que nunca, le saludó con un beso. Javier olfateó su belleza; y mientras Raúl cumplía con los deberes que le había impuesto Sonia, Javier comenzó una serie de preguntas relativamente similares a las que había formulado Raúl un rato antes. Y Sonia las respondió en términos relativamente similares, efectuando los mismos gestos, las mismas insinuaciones y los mismos chasquidos.
Al cabo de cuatro respuestas, Javier había dejado de existir como ser autónomo. Estaba absolutamente dependiente de la voluntad de Sonia. Y Sonia lo sabía.
Cuando dueño y gerente general de la empresa eran dos zombies esperando instrucciones, Sonia se explayó en el asiento central del largo sillón de cuero negro cruzando una de sus esbeltas y musculadas piernas por encima de la otra. A Raúl le ordenó ponerse de rodillas a un costado suyo. A Javier le ordenó traerle un café.
Mientras Javier preparaba el café, Sonia acariciaba la cabeza de Raúl como quien acaricia su mascota, indicándole que no la mirara a la cara, sino que solamente mirase sus extraordinarios stiletto que estiraban su belleza hasta el infinito.
Llegó Javier con el café y también acabo en el suelo , arrodillado conforme lo ordenado. Allí habló Sonia: “como verán caballeros, estamos en condiciones de negociar”.
Javier le dijo: “el puesto es suyo Sonia”. Sonia lanzó la más sonora carcajada imaginable. Pero luego se detuvo: “sí, tienes razón Javier. El puesto; está bien me quedaré con el . Pero claro que no con el de modelo que nunca me interesó en lo más mínimo. Me quedaré con el puesto de empresaria porque, sabes qué: me quedaré con tu empresa”.
Javier llegó a responder: eh? Sonia lo cortó: “Silencio. Como hombres imbéciles e inferiores que sois, no pudieron percatarse que he intoxicado sus mentes. Me he apoderado de ellas. Y todavía no tenéis la menor idea de cómo lo he hecho, ja ja ja ja ja ja ja”.
“Pues bien infelices, les diré, igual ya no tienen remedio: vine hacia vosotros. con una colonia de feromonas, una especie de sustancias químicas que despiertan atracción sexual. Vosotros en vuestra siempre masculina intención de tener a cualquier mujer, os habéis acercado a mí, lo que me ha permitido infectaros con estas feromonas. Para terminar el trabajo sólo tenía que deslumbraros con este cuerpo infernal e ir creando con cada chasquido, un foco de atención hacia mí. Con cada chasquido os trasmití que vuestra atencion sólo era para mí, que yo soy la única que cuenta para vosotros. Os lo grabé a fuego en vuestro idiota subconsciente”.
Mientras esto decía, Sonia iba chasqueando sus dedos; y ante cada chasquido, los hombres arrodillados, indefensos, sometidos, vejados, besaban los tacos de Sonia, la olían y se retorcían de placer y dolor ante cada chasquido.
“Pues bien Javier: en los próximos cuatro meses irás transfiriendo a mi nombre hasta el 70% de tus acciones en la empresa. Te dejaré con el restante 30% para que mantengas tu nivel de vida y no se sospeche lo que está sucediendo. Me entregarás cada 3 meses el 70% de todas las ganancias de mi empresa”.
Y continuó: “eso será hasta que me aburra de ese 70%. Luego venderé la empresa, me quedaré con mi fortuna, con toda mi fortuna porque tu 30% desaparecerá entre mis manos; y si te he visto, no me acuerdo ja ja ja ja ja ja”. “Diabólico y maravilloso”.
“En cuanto a ti Raúl, no me sirves ni para el café. De forma que vete de mi vista. Ja ja ja ja ja”.